El Centro de Atención al Migrante celebró este 17 de agosto un año de vida. En este periodo se estima que ha podido ayudar a cerca de 500 familias, equivalentes a más de 1000 personas, que acudieron a sus servicios de asesoría legal y psicosocial. Sus oficinas ubicadas en San Bernardo son el corazón de la Pastoral Migrante de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile.
La liturgia de aniversario la realizó el Rvdo. Jan Meyer, Coordinador de la Pastoral Migrante y pastor de la Congregación Belén. El texto de reflexión fue escogido del profeta Isaías y se refiere a la promesa que Dios hace a los extranjeros y exiliados: “porque mi casa será declarada casa de oración para todos los pueblos” (56: 1, 6-8).
En este sentido, Meyer destacó que “hoy estamos vivenciando este texto –y es muy lindo- porque estamos acá de varios lugares, la mayoría de nosotros y nosotras no somos de acá, pero estamos acá en la casa de oración, en la casa de Dios para alabar, para dar gracias, para pedir, para buscar fuerza y esperanza. En la casa de Dios –como dice el texto- hay lugar para todos y todas”.
Durante la oración se reconoció la labor de todo el equipo de la Pastoral Migrante conformado por Robinson Díaz, Emilia Martínez, Jennifer Burgos, Roxana Oriana y Gabriela Ramos, quien se desempeñó hasta julio. Las actividades de la Pastoral y del Centro de Atención al Migrante se proyectan sobre toda la IELCH a través de visitas a las Congregaciones, operativos en terreno, y el trabajo en red junto a los socios y aliados.
La obispa Izani Bruch manifestó que “como Iglesia tenemos el corazón lleno de gratitud por este año de trabajo, donde nos hemos sentido interpelados, donde hemos sentido la voz de Dios que nos habló para hacer algo de justicia con todas las personas que están en movilidad humana. Yo también soy migrante, llegué acá hace más de 30 años. Y hoy este país es mi país, tengo dos países, y así ciertamente va a pasar con cada uno de ustedes”.
Antes de terminar, la Pastoral Migrante leyó en voz alta la reflexión que sintetiza su compromiso: “La movilidad humana vino para quedarse, y es una realidad que cambiará nuestra cultura y aportará en todos los ámbitos, es necesario adecuarnos a ella, tener en consideración que detrás de cada migrante sea mujer, hombre, niño niña adolescente (NNA), hay otro/a, humano, hermano/a que nos interpela a hacer algo desde el lugar en que nos encontramos”.