Mensaje de Pascua 2025: Veamos en la Resurrección de Cristo las promesas de nueva vida que Dios nos hace

“Entonces María Magdalena fue y contó a los discípulos que había visto al Señor, y también les contó lo que él le había dicho” (Juan 20: 18)

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Que la gracia y paz de Dios sea con ustedes. En Semana Santa, en especial el Domingo de Pascua celebramos el centro de nuestra fe y esperanza cristiana: la resurrección de Cristo. Con alegría y nuevas esperanzas afirmamos que Cristo vive, y que él ha vencido la muerte ¡aleluya!

Vivimos tiempos en que nos cuesta celebrar, estar alegres y mantener la esperanza en que la muerte no tiene la última palabra sobre nuestras vidas. En medio de tantas señales de muerte, de desafíos complejos que enfrenta nuestra sociedad chilena y el mundo entero, somos invitados e invitadas a hacer memoria y reflexionar sobre la buena nueva con la que se encuentra María Magdalena aquel primer día de la semana: Cristo vive, la tumba está vacía y la piedra del sepulcro fue movida.

Precisamente, es esta buena nueva la que somos llamados y llamadas a proclamar en medio de la profunda desesperanza, angustia e incertidumbre que como humanidad estamos atravesando. Cada día se hace más difícil anunciar y tener la esperanza de que la vida y el amor son más fuertes que el odio, la violencia y la muerte. Atravesamos tiempos de deshumanización. La desigualdad, la violencia, la crisis económica, el debilitamiento de los lazos comunitarios, la frágil democracia, el avance de los fundamentalismos, los liderazgos autoritarios y los retrocesos en derechos, aparecen como un conjunto amenazante que nos impide ver señales de vida. Estamos llorando como María Magdalena, paralizados, sin poder ver al Cristo Resucitado ni las promesas de Dios de nueva vida para nosotros y nosotras.

La Iglesia, nuestras comunidades y membresía, no estamos ajenas a esta realidad. Urge que en comunidad volvamos nuestra mirada a la Cruz, y que abramos nuestro corazón a Cristo para que Él nos llene con la firme esperanza de que en Dios la vida vence a la muerte.

El Domingo de Resurrección celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte. Su resurrección nos dice que el mal no tiene la última palabra, y que la desesperanza no es el destino final. En este tiempo, donde la incertidumbre parece ganar terreno, la Pascua viene por el contrario a reafirmar y renovar nuestra esperanza: Cristo vive y camina con nosotros y nosotras. Celebremos, animémonos y compartamos esta buena noticia con otros y otras, también con aquellos que caminan sin esperanza y sin perspectiva de que Dios vuelve nuevas todas las cosas.

Junto con desearles una bendecida Pascua, les invito a que seamos   portadores y portadoras de esperanza y agentes de reconciliación. Que nuestras comunidades, pastorales, proyectos y hogares, sean espacios donde se cultive la paz, la justicia y el amor fraterno, que sean espacios de alegría y  esperanza viva.

La esperanza cristiana es una esperanza activa en el amor. Una esperanza que nos llama a actuar, a ser instrumentos de paz y justicia. Que en esta Pascua renovemos nuestro compromiso de servir a las y los más vulnerables, de construir puentes en lugar de muros, de vivir con alegría el Evangelio y ser testigos de la resurrección y de la nueva vida en Cristo Jesús.

Que el Señor les bendiga y les llene de su paz.

En Cristo Resucitado,

Pastora Izani Bruch
Obispa IELCH
19 de abril de 2025

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