Comenzando con las palabras de Jesús en la cruz, el obispo húngaro Tamás Fabiny reflexiona sobre el sufrimiento que sigue infligiendo a víctimas inocentes.
Mensaje del Viernes Santo de 2025
En Hungría, y probablemente en todo el mundo, leemos el Salmo 22 durante el Viernes Santo. Siendo judío, Jesús oró en la cruz con las palabras de un salmo. Mateo 27:46 sólo hace referencia al primer versículo, pero podemos suponer que Jesús oró todo el salmo. No sólo experimentó el abandono de Dios, sino también la realidad de estas líneas: “Los que ven se burlan de mí” (22:7); “tengo todos los huesos dislocados” (22:14); “tengo seca, muy seca, la garganta; la lengua se me pega al paladar” (22:15); “han taladrado mis manos y mis pies” (22:16); “echan a la suerte mis vestidos y se los reparten por sorteo” (22:18).
Este salmo puede ser la oración de toda persona sufriente. Antes del tiempo de Jesús, muchas personas susurraban estas palabras en su dolor. Desde Jesús, estas palabras se han hecho realidad en la vida de muchas personas.
En su poema parafraseando este Salmo, Ernesto Cardenal (1925-2020) habla en nombre de muchas personas sufrientes:
Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Soy una caricatura de hombre
el desprecio del pueblo
Se burlan de mi en todos los periódicos
Me rodean los tanques blindados
Estoy apuntado por las ametralladoras
y cercado de alambradas, las alambradas electrificadas
Todo el día me pasan lista
Me tatuaron un número
Me han fotografiado entre las alambradas
y se pueden contar como en una radiografía todos mis huesos
Me han quitado toda identificación
Me han llevado desnudo a la cámara de gas
y se repartieron mis ropas y mis zapatos
Grito pidiendo morfina y nadie me oye
grito con la camisa de fuerza
grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales
en la sala de enfermos incurables
en el ala de enfermos contagiosos
en el asilo de ancianos
agonizo bañado de sudor en la clínica del psiquiatra
me ahogo en la cámara de oxígeno
lloro en la estación de policía
en el patio del presidio
en la cámara de torturas
en el orfelinato
Estoy contaminado de radiactividad
y nadie se me acerca para no contagiarse
Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos
Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo
Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo
Los pobres tendrán un banquete
Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta
El pueblo nuevo que va a nacer
Cuando estas líneas fueron publicadas por el sacerdote y poeta nicaragüense, quienes las leían pensarían en primer lugar en las víctimas de las dictaduras militares en América Latina. Pero esas dolorosas palabras siguen siendo válidas hoy, más allá del tiempo y del espacio.
Las primeras líneas hacen referencia al efecto deformador y humillante de los medios de comunicación. Tantas personas son blanco de la propaganda manipuladora y de la difamación. Luego, vemos imágenes de una guerra que es real en muchos países hoy en día. El registro y tatuaje con números no sólo nos recuerda las monstruosas acciones y los campos de concentración de una guerra que terminó hace 80 años, sino también los destructivos poderes políticos de nuestro tiempo. Quitarse la identificación es totalmente pertinente para quienes viven en un país ocupado, sin derechos humanos básicos ni ciudadanía. Los chalecos de fuerza y los hospitales psiquiátricos representan a quienes sufren una guerra psicológica. La presencia de una pandemia ha sido una de las experiencias globales más aterradoras de los últimos tiempos y la referencia a la radiactividad evoca también la emergencia ecológica en la que vivimos.
Se trata de un salmo sobre el sufrimiento global.
A pesar de todo, hay que subrayar que el Viernes Santo Jesús cargó sobre sí todas las miserias de la humanidad. Él experimentó la mayor profundidad, el momento de ser abandonado por Dios. Por eso, todas las personas que sufren pueden orar este salmo junto con él -y junto al autor de la Biblia hebrea-.
Como personas creyentes, sabemos que al Viernes Santo le sigue la Pascua. Por ello es por lo que una línea del mismo salmo sigue resonando en nosotros y nosotras y en todo el mundo: “Anunciaré tu nombre a mi pueblo; te alabaré en medio de la comunidad” (22:22).
Por el Obispo Dr. Tamás Fabiny,
vicepresidente de la FLM para Europa Central del Este.
El es obispo de la Iglesia Evangélica Luterana en Hungría.