Culto correspondiente al Domingo de Ramos, realizado este 10 de abril en El Buen Samaritano. La Semana Santa comienza con el recuerdo de la entrada de Jesús en Jerusalén, momento que muchas veces ha sido retratado como «triunfal» pese a que se trata de una paradoja. Jesús es aclamado por sus seguidores pero rechazado por el sistema religioso que busca acusarlo y silenciarlo.
Las palmas que agitamos simbolizan nuestra esperanza en ese Jesús humilde, que en lugar de presentarse como un rey poderoso se ha hecho servidor. Pablo lo resume así: «tengan unos con otros la manera de pensar propia de quien está unido a Cristo Jesús, el cual: Aunque existía con el mismo ser de Dios, no se aferró a su igualdad con él, sino que renunció a lo que era suyo y tomó naturaleza de siervo. Haciéndose como todos los hombres y presentándose como un hombre cualquiera, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, hasta la muerte en la cruz (Filipenses 2: 5-8).
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