El sábado 19 de abril se impidió a cientos de fieles cristianos participar en la tradicional liturgia del fuego santo en la Ciudad Vieja de Jerusalén. Igualmente se recibieron denuncias de hostigamiento físico y verbal por parte de la policía israelí y las fuerzas fronterizas.
Hanna Kirreh, asesora de la oficina en Jerusalén del Consejo Mundial de Iglesias (CMI), describió el trato como «deliberado y provocador», y agregó que «pedimos libertad de culto y acceso a nuestros lugares sagrados”.
El Rvdo. Dr. Jerry Pillay, secretario general del CMI, afirmó que «es altamente inaceptable e irrespetuoso que a los cristianos no se les permita celebrar las creencias y eventos más sagrados y significativos de su fe: la muerte y resurrección de su Señor y Salvador Jesucristo”.
Los incidentes se produjeron en tres puestos de control y en el Patriarcado Ortodoxo, lugar donde un líder scout fue apuntado en la cabeza por un oficial de policía.
Los cristianos calificaron estas restricciones como las más severas desde 1967, pese a que las autoridades israelíes habían asegurado que se facilitaría el acceso a los santuarios.
En 2025 las celebraciones en el templo del Santo Sepulcro coincidieron con una convergencia en la fecha de Pascua en los calendarios de las iglesias cristianas de oriente y occidente.
El obispo católico William Shomali, vicario del Patriarcado Latino, indicó que “había descontento entre muchos cristianos” y que “el número de personas autorizadas para llegar a la plaza del Santo Sepulcro era inferior a la capacidad de la plaza”.
Luego de conocerse estos hechos, el Consejo Mundial de Iglesias reafirmó su posición pública sobre la ciudad santa:
- Jerusalén debe ser protegida como una ciudad sagrada para las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam.
- Todas las autoridades deben mantener y respetar el estatuto histórico y jurídico de los lugares sagrados.
- El derecho a la libertad de culto debe estar garantizado para todos, sin discriminación, restricción o intimidación.
Audeh Quawas, miembro del comité central del CMI, sostuvo que “creo en la resurrección y que la tumba de Cristo está vacía. Pero los puestos de control y la violencia nos recuerdan nuestra responsabilidad de buscar justicia, igualdad y paz en su nombre”.
El CMI continúa documentando y denunciando todas las formas de discriminación y restricción contra los cristianos y otras comunidades religiosas en Jerusalén, permaneciendo firme en su visión de la urbe como una ciudad de paz, de coexistencia y de santidad compartida.
Fuentes:
Texto: CMI/ Redacción
Foto: CMI