Mensaje de Pascua de la FLM: La misión comienza con la Resurrección

La Resurrección de Jesús es sin duda un hito de renovación y victoria, que simboliza el triunfo de la vida sobre la muerte. En Juan 20: 1-18, no sólo encontramos la revelación de la vida eterna, sino también una llamada urgente a la acción, la transformación y la inclusión.

La Pascua, como la historia del Éxodo, es una travesía, un envío, un testimonio de que Dios está con los crucificados, los resucita y los llama a una vida nueva. Este acontecimiento no se limita a la renovación personal; es una dinámica misionera que nos desafía a vivir en comunidad, a caminar hacia los demás y a llevar la buena nueva de la esperanza y la salvación.

El relato de la Resurrección, especialmente cuando vemos a María Magdalena, la primera en ser testigo y anunciadora de la buena nueva, nos enseña algo esencial sobre el plan de Jesús para la humanidad: todo el mundo es importante y puede contribuir con sus dones. Aquí se subraya claramente el papel central de las mujeres como discípulas de Jesús. María no sólo es la primera en ver al Señor resucitado, sino también la primera en ser enviada a compartir esta verdad transformadora. Aquí vemos claramente la inclusión y el papel vital de todas las personas en el testimonio de la fe.

María Magdalena, con su valor y audacia, es enviada a transmitir el mensaje, no a permanecer en un estado pasivo de adoración. Es llamada a ir, a vivir la fe en el camino, a seguir a Cristo y a ser testigo para todos los hombres. Este envío, esta llamada a la acción misionera, es central en la Pascua.

La Pascua no es sólo un momento de emoción, sino una invitación a la participación activa de todos, independientemente del sexo o la generación, en la misión de Cristo. Nos desafía a garantizar que todas las personas, desde los más jóvenes hasta los más mayores, tengan voz, espacio y responsabilidad en los lugares de toma de decisiones, en las acciones de cuidado y transformación.

La Resurrección de Cristo, por tanto, nos invita a construir una comunidad más justa, donde cada generación, con su sabiduría y energía, contribuya a un mundo más compasivo e inclusivo. «¡He visto al Señor!» declara María, y su proclamación no es sólo un grito de alegría, sino también una llamada a todos a unirse en el camino de la vida, especialmente hacia los vulnerables, los marginados, los olvidados, los oprimidos.

El mensaje de la Pascua es revolucionario y transformador, un signo de esperanza. No nos permite permanecer inactivos; nos impulsa a caminar con los demás, a construir una comunidad que refleje la justicia, la misericordia y la esperanza de Cristo y a vivir con valentía la misión de llevar vida allí donde hay muerte y sufrimiento.

Por  Isabella Reimann Gnas
Vicepresidenta de la FLM para América Latina y el Caribe. 

Isabella Trabaja como abogada y representa a la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil en el Consejo de la FLM.

Fuentes:
Texto: FLM/ Red LAC/ Redacción
Foto: Lexi Laginess en Unsplash

 

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