Mensaje de Navidad del Presidente de la FLM invita a reflejar la luz de Cristo: “Sigamos la estrella”

“Después de oír al rey, [los sabios] siguieron su camino. Sucedió que la estrella que habían visto levantarse iba delante de ellos hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, sintieron muchísima alegría” (Mateo 2: 9-10).

La historia de los hombres sabios que siguen la estrella y que encuentran al recién nacido en un establo en Belén, donde le rinden homenaje con regalos de oro, incienso y mirra, es una de las historias más conocidas y queridas de la Biblia.

Tal vez, esta historia nos atrae debido a su impactante visualidad que recreamos cada año en tarjetas navideñas y en escenas de cuna que adornan nuestros hogares, nuestras iglesias e incluso nuestros espacios públicos. Desde nuestra más temprana infancia, podemos ver la estrella, las tres figuras misteriosas y sus regalos junto al niño acostado en el pesebre. Estas imágenes nos recuerdan la forma en qué Dios se nos revela a través de lo ordinario y lo extraordinario.

Pero también nos atrae esta historia porque tal vez nos recuerda lo que significa ser iglesia, para traer luz y vida al mundo. Déjenme explicarlo.

Como luteranos, creemos que toda nuestra oración, nuestro trabajo, y toda nuestra vida debe estar señalando siempre a Cristo, tal como el propio Lutero indica hacia Cristo en un famoso retablo del siglo XVI de Lucas Cranach. Este testigo centrado en Cristo nos llama a la contemplación y a la acción. Nosotros también estamos llamados a ser una señal que dé luz, incluso en los lugares más oscuros, llevando así a otros a descubrir al niño Dios en el pesebre.

Tal como hicieron los sabios para encontrarlo, este viaje puede conducirnos en direcciones inesperadas, a lugares no convencionales, y a través de terrenos difíciles. Tal como ellos, a veces debemos optar por un camino nuevo. Esta es nuestra vocación, es el llamado a seguir a Dios adonde nos lleve, a observar y escuchar, a discernir los signos de nuestros tiempos, y a responder a las necesidades de quienes encontramos por el camino, aunque esto pueda implicar riesgos y llevarnos lejos de nuestras zonas de confort.

¿Adónde nos está guiando la estrella hoy? ¿Adónde estamos siendo llamados a estar con los marginados, para dar comida y bebida a los hambrientos y sedientos, para vestir a los desnudos, para invitar a extraños, o visitar a los enfermos y a los presos? (Mateo 25).

Como Presidente de la Federación Luterana Mundial, durante el último año he tenido el privilegio de visitar muchas de nuestras iglesias miembro en diferentes partes del mundo, donde la gente y las comunidades están señalando a Cristo y testimoniando el Evangelio de muchísimas maneras. Recientemente, en Hong Kong, me reuní con líderes de la iglesia en Asia que hablan en favor de la libertad religiosa, en solidaridad y esperanza con aquellos que sufren la guerra, los conflictos o la opresión.

En Brasil fui testigo de la fuerza de las iglesias comprometidas con la paz y la justicia, que cuidan de la creación de Dios y acompaña a las personas más marginadas de sus comunidades. A principios de año, durante una visita a Tanzania y Etiopía, experimenté la vitalidad de las iglesias que dirigen escuelas y universidades, hospitales y muchos otros servicios que van desde la seguridad alimentaria, hasta la resiliencia climática y la atención de niños con necesidades especiales. En las visitas a Ucrania y la vecina Polonia, vi de primera mano cómo las iglesias están en primera línea, y permanecen solidarias llevando la tan necesaria esperanza a quienes huyen de la agresión rusa.

A través de estos ministerios diversos, las iglesias y congregaciones están reflejando la luz de la estrella que brilló por primera vez sobre el establo en Belén, guiando a los sabios a experimentar la alegría y la maravilla de esa primera noche de Navidad. Tal como la estrella, ellos nos dirigen hacia el niño Dios, luz del mundo, que trae esperanza y sanación para nuestro mundo herido. En Belén, en Gaza, en todo el Medio Oriente y en tantos otros lugares, oremos por la sanación que viene de Dios, por la paz, por el fin del conflicto y del sufrimiento.

Dondequiera que estés en este tiempo de Navidad, espero que tú, al igual que aquellos sabios, seas abrumado de alegría mientras celebras la venida de Cristo al mundo. Les deseo a usted y a sus seres queridos una bendecida Navidad.

Obispo Henrik Stubkjr
Presidente de la Federación Luterana Mundial

Fuentes:
Texto: FLM/ Traducción IELCH
Foto: Iglesia del Pueblo Danés (Iglesia Evangélica Luterana en Dinamarca)

 

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