El Evangelio de esta semana es un diálogo entre Jesús y sus discípulos sobre la caducidad de las obras humanas y las señales del fin. El pasaje contiene dos importantes advertencias que denuncian los falsos profetas que usan la manipulación y el miedo en su nombre: “Tengan cuidado de que nadie los engañe” porque “aún no será el fin” (Marcos 13: 1-8).
Hoy escuchamos hablar mucho de Dios pero el discurso no tiene nada que con el Evangelio. Se oyen discursos de odio, de condenación y de exclusión, que buscan generar temor anunciando que va a llegar el fin. Este texto, en cambio, nos recuerda que el camino de Jesús es el amor y no el miedo. Nuestra misión es seguir dando esas señales del Reino en donde vivimos.
Pablo escribe: “Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Romanos 8: 38-39).
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