El Evangelio de la Semana: El amor de Jesús es calma en la tormenta

El texto de esta semana relata cómo Jesús duerme en una barca mientras se desata una tormenta en el lago de Genesaret. Los discípulos que lo acompañan sienten miedo y lo despiertan. Entonces Él con su palabra ordena al viento y al mar que se calmen y vuelve la tranquilidad. (Marcos 4: 35-41).

Este pasaje no sólo habla de algo externo, sino de nosotros mismos. El lago es desde antiguo una metáfora de las dificultades que enfrentamos en la vida. Sólo cuando damos voz a aquello que tenemos adentro, a todas esas fuerzas y a todas esas emociones, es que entonces se hace posible ver a Cristo actuando en nuestras vidas.

Jesús ama al viento de la tormenta y al agua del lago. El mar le obedece porque Él le ha hablado desde toda la eternidad, y por eso puede dormir tranquilamente y en el momento indicado despertar y decir ‘silencio’. También nosotros podemos liberarnos del miedo y conversar con esa parte con la cual luchamos, en la confianza del amor de Dios.

“Den gracias al Señor, porque él es bueno, porque su amor es eterno. Díganlo los que el Señor ha salvado, los que salvó del poder del enemigo (…) en su angustia clamaron al Señor, y él los sacó de la aflicción; convirtió en brisa la tempestad, y las olas se calmaron. Al ver tranquilas las olas, se alegraron, y Dios los llevó hasta el puerto deseado” (Salmo 117: 1-2, 28-30).

Mira aquí «El Evangelio de la Semana»:

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