En el quinto domingo después de Pascua, Jesús utiliza otra alegoría para explicar la relación con sus discípulos. Él es la vid verdadera y nosotros las ramas. Sólo si permanecemos unidos a Cristo y sus enseñanzas podremos dar frutos (Juan 15: 1-8).
El texto nos habla de una conexión distinta a las redes digitales. El Evangelio nos dice que como hijos e hijas de Dios, debemos estar conectados con Jesús. Y esa es la conexión más importante. Esto significa que cada vez que nos reunimos lo hacemos siempre en su nombre. No lo hacemos en nombre de un pastor o una pastora, sino en nombre de Jesús que es la vid verdadera. El amor entre nosotros y nosotras es el signo visible de ser comunidad.
¿Qué frutos de nosotros espera el Viñador? El evangelista Juan remarca que Dios espera aquellos frutos del Espíritu que dan vida, tales como alegría, paz, paciencia, bondad, fidelidad, humildad, autocontrol, solidaridad, inclusión y hospitalidad. Mantengamos la conexión con Jesús participando en nuestra comunidad a través de la oración y la palabra, para que podemos dar fruto y hacer acontecer el Reino de Dios.
“Dios mostró su amor hacia nosotros al enviar a su Hijo único al mundo para que tengamos vida por él. El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros” (1 Juan 4: 9-10).
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