Año tras año, junto a Magdalena y las otras mujeres, somos testigos de la resurrección de Cristo. El texto enfatiza el miedo que ellas experimentaron al escuchar las palabras de un joven que dice: “Ha resucitado; no está aquí”. El pasaje también se dirige a nosotros y nos invita a vencer el temor y compartir esta buena noticia (Marcos 16: 1-8).
Pascua significa liberación. Es esperanza que vuelve a brotar cuando todo parecía perdido. La visita al sepulcro fue un gesto de compasión y de homenaje al cuerpo del maestro muerto, pero se transforma en nuevo comienzo. Es ahí, desde ese anuncio junto a la tumba vacía, y testificado por esas mujeres, que nace nuestra fe.
Jesús resucitado va delante de sus discípulos y vuelve a Galilea, al lugar desde el cual comenzó a enseñar. Es la confirmación de todo su mensaje y también del camino que lo llevó a la cruz. La resurrección significa que la fe de las y los cristianos, también es desafiada hoy a dar testimonio y hacer discipulado, a compartir y hacer comunidad.
“Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros. Así como yo los amo a ustedes, así deben amarse ustedes los unos a los otros. Si se aman los unos a los otros, todo el mundo se dará cuenta de que son discípulos míos” (Juan 13: 33-35). “Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la buena noticia” (Marcos 16: 15).
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