Santiago 25 de marzo 2024
Después de más de siete años de discusión, en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer el 8 de marzo del presente año, mujeres de tradición cristiana, evangélicas, protestantes y católicas hemos celebrado la aprobación de la Ley Integral de Violencia de Género.
La Ley Integral de Violencia de Género acoge la demanda histórica de la necesidad de promover una educación no sexista. Celebramos este artículo de la ley, pues entendemos y sostenemos que solo será posible erradicar la violencia de género que sufren las mujeres y niñas mediante una educación no sexista. La promoción de una educación no sexista viene al encuentro de los principios cristianos que profesamos basados en la Biblia pues, según Génesis 1:27, Dios creó a todas las personas “a su imagen y semejanza”. Todo ser humano ha sido creado en igualdad de dignidad, pero sabemos que la violencia de género ha dañado la dignidad dada por Dios a las mujeres y niñas.
De igual manera, el Apóstol Pablo sostiene en su carta a la comunidad de los Gálatas la igualdad de dignidad, y por ende de derechos a partir del bautismo: “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28).
La educación no sexista quiere prevenir el sexismo, que en la educación enseña diferencias de género que discriminan y excluyen. Esto niega a mujeres y niñas el igual acceso y participación en todos los ámbitos de nuestra sociedad.
La discriminación y la exclusión no solo afectan nuestros principios evangélicos y universales de la fe cristiana, sino también al derecho y el principio de no discriminación de género que señalan las diferentes convenciones internacionales que ha ratificado Chile en la búsqueda de la construcción de un país más justo, donde las mujeres y niñas puedan vivir libres de todo tipo de violencia.
Así, la Convención Belem do Pará, ratificada por Chile, indica en su artículo 6: “El derecho de toda mujer a una vida libre de violencia incluye, entre otros: a el derecho de la mujer a ser libre de toda forma de discriminación”. El estado laico, desde nuestra comprensión, debe ser garante de los derechos de todas las personas, y eso incluye que la educación no sea una herramienta de discriminación por razones de sexo.
En conclusión, no compartimos el requerimiento emitido por algunos parlamentarios para declarar inconstitucional la cláusula sobre la educación no sexista, y tampoco la declaración de la Conferencia Episcopal sobre el tema. Para nosotras, la educación no sexista, de ninguna forma, es contraria al derecho preferente de los padres o a la libertad religiosa, ya que una educación que no discrimina permite educar para construir una sociedad donde todas las personas vivan plenamente en libertad y dignidad.
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