Tierra Santa: “En la noche de Belén Dios envió a Jesús a vencer a los poderes del pecado y de la muerte”

Las imágenes de un niño Jesús naciendo entre las ruinas han dado la vuelta al mundo. La Iglesia Luterana en Tierra Santa ha querido expresar así, junto a otros credos cristianos, su profunda tristeza por la guerra, y por la situación que afecta a millones de palestinos.

El obispo luterano, Rvdo. Dr. Sani Ibrahim, destacó que “en la noche de Belén Dios envió a Jesús para nacer y vivir en medio del pueblo de Dios, para sufrir y morir, y para resucitar y vencer a los poderes del pecado y de la muerte”.

Mensaje de Navidad de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra santa

Con solemnidad saludo a todos desde Jerusalén.

Los saludo en este tiempo de Navidad en nombre de la Iglesia Evangélica Luterana en Jordania y Tierra santa (ELCJHL), a toda nuestra comunidad palestina, así como a la Iglesia global que hoy se vuelve a orar y celebrar hacia la ciudad del nacimiento de Jesús, la ciudad santa de Belén.

El último mes, los Patriarcas y Primados de las iglesias de Jerusalén, incluyendo la ELCJHL, anunciaron que este año la Navidad en Tierra Santa no sería como en otras ocasiones. Los muros de piedra de Belén esta vez no harán eco del alegre sonido de los scouts marchando, de los coros y sus voces, o de las celebraciones por el feriado. Debido a las decenas de miles de vidas perdidas desde octubre, nosotros pasaremos esta Navidad en llanto y oración.

Nuestra realidad actual se siente como si no fuera verdad. Incluso en estos tiempos terribles, todavía sentimos ecos de aquella verdad de la primera Navidad, la historia del nacimiento de Jesús en un mundo también injusto y lleno de conflictos. De la misma manera en que vemos como hoy el miedo “al otro” está trayendo tanta violencia a Tierra Santa, recordamos el decreto del Rey Herodes ordenando la muerte de todos los infantes varones de Belén producto de su miedo ante un nuevo rey. Como palestinos sabemos el profundo dolor que significa perder miles de niños en manos de una violencia de Estado que nace desde el miedo.

De la misma manera, el largo viaje de María y José desde Nazaret a Belén se debió a un control del gobierno; porque si ellos no se registraban en el lugar de nacimiento de José, su identidad frente al Estado dejaba de existir. Nosotros también conocemos este riesgo constante de perder nuestra nacionalidad e identidad debido a agendas políticas.

Así, mientras recordamos el viaje de la Sagrada Familia, nuestros corazones están hoy con las mujeres embarazadas de Gaza, quienes pese a la existencia de medicina moderna, al escapar de los bombardeos sin fin de sus ciudades hacen peligrosos y difíciles viajes, buscando un lugar seguro para dar a luz. Hemos visto que incluso se utilizan burros para aligerar este desplazamiento, tal como lo hizo María.

Aquí en Tierra Santa, quedará marcado este tiempo de Navidad sin paz. Y en un tiempo sin paz es fácil sentir que estamos ya sin esperanza, sin fe, o incluso sin Dios. Este es el momento en que tenemos que recordar que Jesús, el único hijo de Dios, no fue enviado a un mundo pacífico. El pueblo de Dios sufrió en esta misma tierra en la época en que Jesús nació. El pueblo de Dios gritó en lamentos en esta misma tierra, y el pueblo de Dios luchó para encontrar esperanza y fe.

En Juan 16:33, Jesús nos señala: Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”.

Sólo a través de Dios tenemos paz. Dios es más grande que nuestro entendimiento, y nuestra esperanza debe descansar en él. La violencia y el sufrimiento que hemos visto llegar, vienen hoy por razones que pertenecen a la línea de tiempo y al entendimiento humano. Pero incluso si no podemos comprender a Dios plenamente, es a través del nacimiento de Jesús que nosotros nos sabemos amados por un Dios que sí nos comprende plenamente.

Por lo tanto, tengamos fe de que la paz y la justicia verdadera vendrán de la mano de Dios, sin abandonar nuestra esperanza. Después de todo, nosotros creemos que Dios sostiene el futuro, y nosotros lo sabemos porque en la noche de Belén Dios envió a Jesús para nacer y vivir en medio del pueblo de Dios, para sufrir y morir, y para resucitar y vencer a los poderes del pecado y de la muerte.

Jesús nos dijo que amáramos a nuestros prójimos como a nosotros mismos. Nos dijo que oráramos. Por lo tanto, nosotros amaremos y oraremos en nombre de Jesús que ha superado al mundo.

Nosotros lo cantamos con las palabras del villancico árabe “Laylet al Milad”:

Cuando ofrecemos un vaso de agua al sediento, estamos en Navidad
Cuando vestimos al desnudo con ropajes de amor, estamos en Navidad
Cuando secamos las lágrimas de los ojos que lloran, estamos en Navidad
Cuando confortamos un corazón sin esperanza con amor, estamos en Navidad

Amén.

Obispo
Dr. Sani Ibrahim Azar

 

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