El Evangelio del tercer domingo de Adviento está tomado de Juan y relata el testimonio humilde del Bautista, quien ante las preguntas de los líderes religiosos rechaza ser el mesías y se presenta como un servidor que viene a preparar el camino del Señor (Juan 1: 6-8, 19-28).
En la vida comunitaria preparar y recibir a Cristo son dos caras de la misma moneda. Damos porque recibimos y recibimos para compartir. Por el bautismo hemos resurgido a una nueva vida y al mismo tiempo estamos llamados a poner en práctica el amor, la justicia y el perdón.
En el Evangelio de la semana pasada, Juan el Bautista nos dice que Jesús bautiza con el Espíritu Santo (Marcos 1: 8). Esto significa que es Dios mismo quien nos da la fuerza y la esperanza y nos pone en movimiento para seguir.
La vida de las y los cristianos está desafiada a seguir preparando el camino del Señor. Cristo viene hoy como prójimo y prójima a quienes podemos acoger en los momentos de alegría y en los de necesidad. “Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo hicieron por mí” (NVI Mateo 25: 40).
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