El Evangelio del segundo domingo de Adviento nos relata el comienzo del libro de Marcos. El primer versículo es el resumen de toda la obra: “Principio de la buena noticia de Jesús el Mesías”. Luego, se dirige a la figura de Juan el Bautista, a quien se identifica como el precursor de aquel que fue prometido y que viene (Marcos 1: 1-8).
El rol del Bautista es como la estrella que nos guía hacia la esperanza. Esto queda reforzado por la cita a los profetas: “Envío mi mensajero delante de ti, para que te prepare el camino” (Malaquías 3: 1), “Una voz grita en el desierto: ‘Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto” (Isaías 40: 3).
Es tiempo de prepararnos para recibir la venida de Cristo, así como Juan lo hizo con su bautismo de perdón y arrepentimiento en el Jordán. El nacimiento de Jesús está conectado con el significado de toda su vida y su misión. También cada uno de nosotros y nosotras está llamado a anunciar y dar a conocer al Hijo de Dios en este tiempo de Adviento.
El Evangelio de Marcos confirma esta buena noticia: “Porque se oyó una voz del cielo, que decía: ‘Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido” (Marcos 1: 11).
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