El Comité de Cooperación para la Paz en Chile (Pro Paz) fue fundado por las Iglesias Cristianas y la Comunidad Judía el 4 de octubre de 1973, tan sólo tres semanas después de ocurrido el Golpe de Estado. Su legado está en la raíz de todo el trabajo de defensa de los Derechos Humanos que desde entonces –y por distintos organismos- se ha venido realizando en Chile.
Para homenajear a las víctimas y familiares de la represión que acudieron a él, a sus ex trabajadores, y a las Iglesias e instituciones que lo apoyaron, este miércoles la Universidad Alberto Hurtado realizó una conmemoración pública que incluyó la inauguración de un mural a metros de las primeras oficinas del Comité, y posteriormente un acto de memoria y oración en la que fue su sede principal en calle Santa Mónica 2216.
La obispa Izani Bruch de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile, expresó su agradecimiento a todos los trabajadores y trabajadoras del Comité Pro Paz recordando que desde el Evangelio son “felices ustedes, que trabajaron por la paz, felices ustedes que siguen trabajando por la paz”. También destacó la importancia que tuvo la Parábola del Buen Samaritano en la defensa de los Derechos Humanos: “El samaritano abrió los ojos y vio al herido en el camino e hizo un gesto que es el de aproximarse. Creo que hoy nosotros necesitamos aproximarnos, mirarnos como hermanos y hermanas, ver que en el otro está la imagen y semejanza de Dios”.
“Ciertamente no seguirán habiendo más ‘cristos’ y ‘cristas’ cuando seamos capaces de reconocer esa dignidad, y reconocer también que esa dignidad es sagrada y que nadie nos la puede quitar. Ciertamente también es tiempo para que como Iglesias unamos nuestros aceites, nuestros vinos, nuestras vendas, para seguir sanando y levantando a tantos caídos, a tantas personas que hoy están siendo violentadas en sus Derechos Humanos. Aproximémonos”, declaró.
El rector de la Universidad Alberto Hurtado, padre Eduardo Silva S.J., manifestó que “la preocupación por el bien común, por formar un cuerpo, acontece cuando el grupo se preocupa de lo más pequeño. Lo sabía el pueblo de Israel cuando en su alianza con Dios se compromete a cuidar al huérfano, a la viuda y al extranjero. Lo sabe el cristianismo cuando pregunta por el prójimo y no puede pasar ‘por el lado’, ni seguir de largo cuando hay alguien herido al borde del camino”, sostuvo.
“El judeocristianismo no sólo inventa la libertad –hijos únicos e irrepetibles ejerciendo la conciencia-, sino también la fraternidad –hermanos vinculados-. La preocupación por las personas, por la dignidad de todos, por los Derechos Humanos es un modo de cuidar esos vínculos y a los más vulnerables. Hoy al conmemorar estos 50 años, reconocemos una vez más que quienes fundaron el Comité para los Refugiados y el Comité Pro Paz, fueron capaces de responder con sus vidas la pregunta bíblica ‘¿Caín, dónde está tu hermano?’ Responder positivamente esa pregunta nos permite recordar una y otra vez que defender los Derechos Humanos es el principio incondicional de la democracia”, remarcó.
El homenaje reiteró la importancia del cardenal Raúl Silva Henríquez, y del obispo luterano Helmut Frenz, en la realización de un ‘ecumenismo práctico’ que salvó vidas, y que logró reunir a creyentes y no creyentes, a protestantes y a católicos, en torno a una causa común. Ese trabajo recibió un firme respaldo desde el exterior a través del Consejo Mundial de Iglesias. La teóloga evangélica Marta Palma, quien representó al CMI, detalló las múltiples visitas e iniciativas que brindaron apoyo y recursos al Comité Pro Paz, y más tarde a la Vicaría de la Solidaridad y a la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (FASIC).
Al acto principal asistieron –entre otros y otras representantes- monseñor Alberto Lorenzelli, vicario general de la Arquidiócesis de Santiago; monseñor Álvaro Chordi, obispo auxiliar de Santiago; Gaby Rivera, presidenta de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos; y Alicia Lira presidenta de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos.