Asamblea FLM: Obispa Bruch señala que la unidad del Espíritu nos empodera para anunciar el Evangelio y trabajar por la dignidad

La obispa Izani Bruch expuso este 16 de septiembre en la plenaria de la Decimotercera Asamblea de la FLM, en respuesta a la presentación sobre “Un Espíritu” que desarrolló el Dr. Bruk A. Asale.

Bruch comentó que discernir y buscar la unidad se trata de un desafío, porque hoy en todas partes “reinan muchos ‘espíritus”. Algunos son “espíritus de deshumanización”, que “producen dolor, opresión, discriminación, exclusión, segregación, discursos de odios, violencia de género, división y pobreza”.

En este sentido, sostuvo que “América Latina, comparte los gritos comunes de la injusticia”, que hoy se expresa en sociedades divididas y en el surgimiento de movimientos antiderechos y de ‘teologías engañosas’. “Hay espíritus que organizan y movilizan el mal en nuestros territorios, que instalan la desesperanza y un determinismo fatalista para nuestros pueblos. Necesitamos estar unidos en un solo Espíritu”, agregó.

Por eso, la obispa destacó que la unidad es posible y ha sido una aliada. “No puedo dejar de mencionar lo importante que ha sido para nuestra Iglesia esta unidad en el Espíritu. Somos una Iglesia que siempre ha sido minoría. Sin embargo, el hecho de ser parte de la Federación Luterana Mundial, nos empodera y nos sostiene en nuestro ser iglesia en Chile”. De hecho, la defensa de los derechos humanos durante la dictadura fue posible gracias al acompañamiento de la FLM y del CMI”, explicó.

Comentando sobre Ezequiel 36: 26-27, Bruch subrayó que en el texto “es Dios quien inicia el cambio, poniendo un corazón transformado/nuevo que desea colaborar y servir a Él. Y según los versículos, el proceso transformador de quitar el corazón de piedra/duro y poner un corazón de carne/dócil, acontece con el soplo del Espíritu de Dios”.

“En Jesús, se nos revela que el Espíritu de Dios es un espíritu anunciador de la gracia de Dios, del perdón, de vida abundante, de nuevo comienzo, de vida restaurada y reconciliada. La unidad en el Espíritu de Dios es la fuerza que crea unidad entre nosotros y nosotras, nos empodera para anunciar las buenas nuevas del Evangelio y trabajar por la dignidad, justicia y paz en el mundo”.

“La unidad en el espíritu es mandato un mandato evangélico, no es una opción. Desde nuestros diferentes contextos y culturas necesitamos más que nunca la unidad en el Espíritu, para que podamos como comunión tener una sola voz en nuestra diversidad, respecto a que la gratuidad del amor de Dios revelada en Jesucristo no presupone méritos, es gracia, es liberación, es descanso, es sanidad, es inclusión, es justicia, es paz”.

La obispa recordó que la Fuerza del Espíritu tiene el potencial para dar respuestas comunitarias a los desafíos locales, regionales y mundiales. “Todo esfuerzo por la unidad cristiana presupone una unidad esencial de la Iglesia que ya existe. La tarea del ecumenismo, entonces, es permitir que esta unidad dada por Dios se haga visible”.

“Esta es nuestra tarea, es nuestra vocación. Que el Espíritu de Dios sople su unidad, que a través de nosotros-nosotras el mundo puede ver-sentir, cómo el Espíritu de Dios actúa y se manifiesta en el mundo”, concluyó Izani Bruch.

Foto: Eugenio Albrecht/ Red de Comunicaciones LAC

 

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