Esta semana el Evangelio relata la confesión de fe que hace Pedro. Mientras otros discípulos daban distintas explicaciones sobre quién es Jesús, Pedro lo reconoce como el Mesías Hijo del Dios viviente (Mateo 16: 13-20).
Aún hoy el nombre de Jesús es usado con distintos fines, a veces incluso para justificar la negación de derechos. Pero Pedro no sólo lo reconoce como un maestro o un profeta más, sino como su salvador y liberador.
Se trata de una invitación a vivir y traer el Reino de Dios a nuestras vidas, tal como lo decimos en el Padre Nuestro. No es una situación simplemente de declararlo, sino de vivirlo y de sentirlo.
La confesión de Pedro significa que el Dios vivo nos acompaña siempre, también en los momentos difíciles. Sobre esta buena noticia Pablo escribe: “cambien su manera de pensar para que así cambie su manera de vivir y lleguen a conocer la voluntad de Dios” (Romanos 12: 2).
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