El Evangelio de esta semana registra el encuentro entre Jesús y una mujer cananea. El texto presenta al maestro enfrentando con tono duro a la mujer pagana, hasta que finalmente se ve conmovido por la inmensa fe que ella tiene (Mateo 15: 21-28).
El pasaje -lejos de ser anecdótico- derrumba toda una comprensión excluyente sobre la misión y el llamado del mesías. Jesús encuentra en la mujer cananea el horizonte de amor que Dios le ha mandado a proclamar al mundo.
La escena retrata la humanidad de Jesús porque tiene que cambiar y crecer. Esta experiencia traspasa todas las escrituras, y también la vemos en las vidas de Abraham, Moisés, Elías, o Pablo. El Reino no está terminado desde el principio sino en camino.
De ser un profeta que habla para su propia nación, Jesús se convierte en el salvador de todo el mundo. La historia está contada como un milagro, pero en este caso el milagro le sucede a Jesús. Es Él quien experimenta el cambio.
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