El Evangelio de esta semana continúa con cinco parábolas tomadas del capítulo 13 de Mateo: La semilla de mostaza, La levadura, El tesoro escondido, La perla de mucho valor, y la Red de pesca (Mateo 13: 31-33, 44-52).
Las parábolas nos hablan de Dios y su acción, y buscan mostrar lo extraordinario de Dios desde lo ordinario, desde lo cotidiano de nuestro mundo. Aunque no vemos su presencia, Dios está presente y su Reino va creciendo hasta convertirse en un gran árbol.
Esta acción de Dios se presenta como una esperanza frente a las injusticias. Por eso, en la segunda parte, el texto habla de encontrar, de celebrar, de alegrarse, de descubrir algo que es tan valioso que merece la pena correr riesgos para poseerlo.
El Reino de Dios exige tomar decisiones y marcar diferencias. Muchas veces hemos entendido nuestra misión como ir arrancando el mal, incluso con violencia e intolerancia, pero al costo de remover también el trigo. Nuestra función es ser sembradores del bien, ser levadura para hacer que los valores del Reino -que Jesús nos enseñó- puedan ir fermentando la masa del pan y la comunión en nuestro mundo.
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