Rinden homenaje a carabinero evangélico que en 1973 se negó a matar

Autoridades del Bío Bío efectuaron este 14 de julio un homenaje al carabinero Julio Martínez Contreras. El policía que también era pastor, fue preso y torturado por negarse a seguir las órdenes para matar en los momentos posteriores al Golpe de Estado.

El reconocimiento fue entregado a su viuda, María González, en una ceremonia organizada por la Delegación Presidencial, la Oficina Nacional de Asuntos Religiosos en Concepción, y que contó además con la participación de la obispa Izani Bruch en su calidad de capellana evangélica del Palacio de La Moneda.

Al dirigirse a la viuda, la obispa Bruch destacó que el pastor Martínez “fue buena nueva, palabra de esperanza y gesto de vida. Fue Cristo para el otro”.

“Desde su fe evangélica tuvo la misma opción que su maestro Jesús, preferir a los despreciados de este mundo. Fue un discípulo y un pastor de la cruz que no dudó. Nunca dejó de mirar la cruz de Cristo, aunque sabía que esa fidelidad podía significar tener el mismo destino que tuvo su maestro”, sostuvo.

En el contexto de la conmemoración de los 50 Años del Golpe de Estado, Bruch remarcó que Martínez fue “un hombre que tuvo una fe que defiende la vida, que se niega a matar. Una fe que se hace amor a Dios y al prójimo”. Y en ese sentido, “fue capaz de ver el mal. Fue capaz de ver que la muerte puede disfrazarse de justicia, puede disfrazarse de una voz tenue como si fuera un mal menor”.

Por eso, el pastor Martínez “fue un profeta en palabas y acciones. Expresó su profunda convicción evangélica de que nuestra misión es ser vida y siempre bendición, es ser siempre signo visible del amor, de la justicia y de la paz”, afirmó Bruch.

La vida de Martínez fue reseñada durante el homenaje por el escritor Esteban Quiroz, autor del blog “El otro Canuto”.

Julio Martínez Contreras nació en 1932, y en los años 50 se transformó en un predicador de Cristo. Era carabinero, y llegó a ser sargento primero de la Comisaría de Chiguayante.

Cuando ocurre el golpe de Estado de 1973 es convocado para matar y torturar universitarios en la insurrección militar. Él sin embargo, se negó diciendo: «yo no puedo matar a nadie porque soy cristiano, soy evangélico, predico para vida, no para muerte, si ustedes quieren matarme por eso, mátenme».

Fue secuestrado en su casa delante de su familia a la que le dijeron que lo iban a fusilar. Fue llevado a la Isla Quiriquina y el Estadio Regional de Concepción. Allí formó una iglesia en el cautiverio con otros presos evangélicos y algunos simpatizantes que buscaban consuelo. Falleció en 2011.

Fuentes:
Texto: El Otro Canuto/ Rvdo. Marco Garrido/ Redacción
Foto: El Otro Canuto

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