El Evangelio de esta semana une la comprensión de los sencillos, con la promesa de que todos quienes están cansados puedan acudir a Jesús y encontrar descanso porque su yugo es ligero (Mateo 11: 16-19, 25-30).
Los pobres, los sencillos, los pequeños han entendido las cosas del Reino. No han actuado con indiferencia, sino más bien con apertura. Han entendido la sabiduría de Dios, o sea, han entendido que Dios es amor, que Dios es misericordia, es justicia y es paz.
En Jesús, Dios se revela, como un Dios que sabe que todos nosotros y nosotras nos cansamos. Que sabe que hay momentos en nuestras vidas en que nos agobiamos. Que vivimos en un mundo injusto, un mundo que nos pone cargas. Jesús se dirige a las personas cansadas porque no es indiferente y es nuestra fuerza.
El yugo que Él nos pone es fácil y ligero, porque es el yugo del amor, del amor sin límites hacia nosotros y nosotras.
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