Culto Dominical correspondiente al Propio 5 del tiempo después de Pentecostés, realizado este 11 de junio en la Congregación El Buen Samaritano.
El texto de esta semana cuenta la historia de la vocación de Mateo (Mateo 9: 9-13, 18-26). El apóstol era un cobrador de impuestos hasta que siguió a Jesús, y junto a otras personas de “mala fama” se sentó a comer con él. De inmediato llega el reproche de otro grupo religioso: “¿Cómo es que su maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?” (Mateo 9: 11). Esta pregunta cruza todo el Evangelio y su respuesta lleva a indagar en la sabiduría de Dios y en la forma en que establece su presencia y su relación con el mundo.
En el Antiguo Testamento se pueden encontrar dos imágenes. Por un lado el Arca de Noé, concebida para proteger la vida en medio del peligro del diluvio. No tiene ventanas y sus paredes son muy gruesas. Es una estructura defensiva que sólo se construye por una única vez. Dios ofrece a Noé su alianza y la seguridad de que nunca más volvería a ocurrir una catástrofe similar.
La otra es la Carpa de Reunión, el tabernáculo móvil que acompañaba a Moisés y al pueblo durante su peregrinación por el desierto (Éxodo 26: 1-6, 11-15). Es una estructura desmontable y cubierta por muchas cortinas de colores. Y si bien, el culto antiguo disponía de reglas para acercarse a él, representa por sobre todo la presencia viva de Dios en relación con los otros y otras que están afuera.
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