Culto correspondiente al 3° Domingo de Pascua, realizado este 23 de abril en la Congregación La Reconciliación.
El Evangelio de esta semana (Lucas 24: 13-49) relata el encuentro del Resucitado con dos discípulos que habían perdido su fe e iban de regreso a Emaús. Al principio no saben quién es el que les habla, pero luego lo reconocen en el momento de partir el pan.
El asombro los hace volver a Jerusalén y se encuentran nuevamente con Él. La narración remarca que Jesús les explica dos veces las escrituras para que comprendieran que la gloria del mesías estaba escondida en la cruz.
Este choque de expectativas resume la decepción de quienes esperaban “un profeta poderoso en hechos y en palabras”. Los protagonistas conocen el Evangelio, pero la tristeza les hace olvidar las muchas enseñanzas donde Jesús cuestionaba las ideas de control y grandeza que tenían sus propios seguidores.
Sin embargo, la Resurrección supone un cambio de perspectiva radical. Ni el éxito ni el fracaso aparente representan el punto de vista de Dios. El camino de Emaús nos recuerda el carácter sorprendente de Dios. Él mismo se acerca a escuchar nuestros dolores, abrir nuestra mirada, y devolvernos la esperanza. El poder del mesías es servicio que se manifiesta “ahora sí” al compartir el pan.
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