Culto correspondiente al Domingo de Pascua, realizado este 9 de abril en la Congregación El Buen Samaritano. ¡La Vida triunfó sobre la muerte! ¡Cristo vive Aleluya!
El Evangelio de esta semana está tomado de Mateo 28: 1-10. El texto describe la escena de la Resurrección desde la perspectiva de María Magdalena y la otra María. Frente a la tumba de Jesús suceden dos encuentros sorprendentes: primero aparece un ángel, y luego el propio Resucitado, quienes les repiten este mensaje: “no tengan miedo”.
Estas palabras son actuales luego de una semana marcada por la preocupación frente a la dura violencia que genera muertes de ciudadanos y ciudadanas en nuestro país. Al igual que varios de los discípulos, podríamos pensar que es una buena opción encerrarnos con nuestros miedos en nuestras casas, pero en este tiempo pascual celebramos precisamente que Dios vence la muerte, la violencia y la tortura. Celebramos que Dios está y se hace presente en los lugares donde nosotros no podemos ver nada más que sombras de muerte.
Los sistemas que provocan miedo y desesperanza no son los dueños de este mundo, ellos no tienen la última palabra. No son todopoderosos como solemos pensar. El mensaje de Pascua es que Dios tiene la última palabra, y siempre la palabra de Dios es Vida. Las y los cristianos estamos llamados a dar testimonio de la Vida, y a movilizarnos para llegar a esos lugares de muerte y anunciar que Cristo es la luz. A continuar el seguimiento y hacer acontecer el Reino de Dios y su justicia.
El encuentro con el Resucitado hizo testigo a las Marías de un milagro que las cambió para siempre: “Las mujeres se fueron rápidamente del sepulcro, con miedo y mucha alegría a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos” (Mateo 28: 8). “Esto lo ha hecho el Señor, y estamos maravillados. Éste es el día en que el Señor ha actuado: ¡estemos hoy contentos y felices!” (Salmo 118: 23-24).
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