Culto correspondiente al 1° Domingo de Cuaresma, realizado este 26 de febrero en la Congregación El Buen Samaritano.
El Evangelio de esta semana narra las tres tentaciones que vivió Jesús en el desierto antes de iniciar su vida pública (Mateo 4: 1-11). En este sentido, se nos recuerda que la vida humana desde el principio se mueve entre los caminos de vida y los caminos de muerte (Génesis 2: 15-17, 3: 1-7).
Este mensaje marca el inicio de la Cuaresma, un tiempo litúrgico de 40 días que llama a la conversión, el arrepentimiento, y al cambio para ser mejores personas y discípulos. El Hijo de Dios nos enseña cómo enfrentar las tentaciones desde su camino a la cruz. El diablo entra en escena para enmascarar el mal como si fuese bienestar o felicidad: saciar la propia hambre pero olvidando a los demás, utilizar a Dios en bien de sí mismo, y adorar la seguridad del poder y la vanagloria.
La tentación de utilizar a Dios se relaciona también con la Iglesia y la predicación: Es usar las escrituras tal como lo hace el diablo para hacer caer a otros y otras. La palabra de Dios nunca ha de ser instrumento de dominio, agresión, exclusión, discriminación, o violencia. El uso puramente referencial de las escrituras no garantiza buenas intenciones ni un propósito justo. Jesús responde al diablo haciendo de las escrituras palabra de salvación.
Por eso, Pablo escribió: “Nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios.” (Romanos 8: 38-39). “El acto justo de Jesucristo hace justos a todos los hombres y mujeres para que tengan vida.” (Romanos 5: 18).
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