«No amontonen riquezas aquí en la tierra, donde la polilla destruye y las cosas se echan a perder (…)
Pues donde esté tu riqueza, allí estará también tu corazón»
(Mateo 6: 19, 21)
Hoy Miércoles de Ceniza empezamos un nuevo tiempo litúrgico, llamado Cuaresma.
Empezamos este nuevo tiempo recordando que nuestro origen viene del polvo de la tierra y que volveremos a ser polvo. En nuestras liturgias de este día, se nos hará la señal de la cruz con ceniza, recordando nuestra fragilidad y finitud con las palabras «polvo eres y en polvo te convertirás».
Durante las últimas semanas hemos estado rodeados por cenizas a causa de los incendios en el sur de nuestro país. Hemos experimentado cuán frágil es nuestra vida y la vida de la creación de Dios, que hoy se encuentra amenazada por la ambición y por nuestra falta de cuidado.
Hoy pedimos perdón a Dios, y humildemente nos reconocemos como personas pecadoras. Junto con la imposición de la ceniza empezamos el camino de Cuaresma, el camino de la cruz con la esperanza de celebrar el triunfo de la vida sobre la muerte.
En medio de las cenizas -en un contexto de vulnerabilidad y desesperanza-, somos invitados e invitadas a caminar con Jesús el camino de la cruz siendo señales de esperanza y vida, para quienes hoy están entre las cenizas esperando ver brotar nuevamente la vida.
Queridos hermanos y hermanas, hoy recordamos el carácter transitorio de nuestras vidas. Estamos de paso por esta vida, porque nuestra vida es terminal. Así que les invito en este tiempo de Cuaresma a un tiempo de reflexión, a un tiempo para mirar nuestras vidas y nuestras miserias, y preguntarnos: ¿en qué aspecto de vida debo cambiar?
Dejemos nuestro egoísmo, nuestra prepotencia, nuestros aires de superioridad… Recordemos que al polvo volveremos.
Miremos a Jesús, caminemos con Él en este tiempo de Cuaresma y dejémonos transformar por la gracia de Dios, a fin de que seamos señales visibles de su Reino en el mundo.
Un bendecido tiempo de Cuaresma.
Obispa Izani Bruch
22 de febrero de 2023