Culto correspondiente al 4° Domingo después de Epifanía, realizado este 29 de enero en la Congregación La Trinidad.
El Evangelio de esta semana trae las ocho bienaventuranzas del Sermón del Monte (Mateo 5: 1-12). La aparente contradicción entre el punto de vista de Jesús y la realidad que vivían sus oyentes, no tiene nada que ver con romantizar la pobreza o el sufrimiento.
Este pasaje se relaciona con otro monte, cuando Pedro, Santiago y Juan fueron testigos de la transfiguración de Jesús. Pedro, maravillado por la gloria divina quiere conservarla y quedarse cómodo en ella: “Señor, ¡qué bien que estemos aquí! Si quieres, haré tres chozas” (Mateo 17: 4).
Por el contrario, la enseñanza de Jesús se orienta a entender que la felicidad verdadera no es un bienestar individual o un estado permanente, sino un camino de transformación y de crecimiento. La perspectiva de Dios mira otros futuros y otras posibilidades que desafían la falta de visión de los seres humanos.
El amor, la fe y la esperanza nacen y se orientan hacia este horizonte de apertura: “Pues lo que en Dios puede parecer una tontería, es mucho más sabio que toda sabiduría humana; y lo que en Dios puede parecer debilidad, es más fuerte que toda fuerza humana (…) Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra liberación” (1 Corintios 1: 25, 30).
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