“El pueblo que andaba en la oscuridad vio una gran luz; una luz ha brillado para los y las que vivían en tinieblas” (Isaías 9: 2)
La humanidad en el transcurso de su historia ha pasado por tiempos de oscuridad y por sombras de muerte, así ya lo menciona el profeta Isaías. Estamos ad puertas de celebrar Navidad y a días de finalizar el año 2022. En este año que finaliza, tanto para nuestro país como para el mundo ha sido un año complejo, marcado por la creciente violencia en nuestro país y por la guerra en Ucrania, y las consecuencias de la misma en la economía mundial.
Nuestros contextos, como aquel en que acontece la primera Navidad, es un contexto de opresión, violencias, pobreza, injusticias, falta de amor y de paz. Así que, al leer el relato escandaloso del nacimiento del niño Jesús en un pesebre de Belén, traemos junto a este relato, las diferentes historias y pesebres de nuestro país y mundo, traemos nuestras propias historias y momentos de oscuridad.
El nacimiento del niño Jesús nos abre los ojos para ver la encarnación Dios desde y en los márgenes. El pesebre pone frente a nuestros ojos, a aquellos y aquellas que no tienen lugar para nacer, aquellos y aquellas cuya dignidad no está siendo cuidada. En el pesebre, en este lugar que simboliza la anti acogida y la falta de hospitalidad, nace lo nuevo que Dios quiere regalarnos para transformar la opresión y las tinieblas en luz, paz y justicia. Una gran luz brilla, y con el fulgor de esta luz se abre un nuevo horizonte de esperanza para la humanidad sufriente. Todo empieza a cambiar, y lo hace desde un niño pequeño y vulnerable nacido en un pesebre.
En este niño del pesebre se hace presente lo divino y lo humano. Este es el lugar donde Dios se encarna tal y como uno de nosotros y nosotras. Frente al clamor del pueblo por liberación y paz, la respuesta de Dios, es encarnar, es habitar, es hacerse humano. En la historia de Navidad vemos que el movimiento de Dios es desde abajo, desde lo vulnerable para levantar, dar ánimo y esperanza a una humanidad oprimida.
Nuestro Dios se hace niño para mostrarnos su amor y misericordia. Nuestro Dios es el Dios Emanuel, el Dios con nosotros y nosotras. Nuestro Dios no opta por la fuerza, por las armas, o por las guerras, para abrir caminos de paz y de liberación, sino que se hace humano.
En lo humano Dios viene al mundo para mostrarnos los caminos de paz, de inclusión, de dignidad, de justicia y de vida. En Jesús, Dios nos muestra su rostro vulnerable, el rostro del pobre, del migrante, de la mujer, de la persona en situación de calle, del anciano abandonado, del enfermo sin derecho a salud digna… El rostro de todos aquellos y aquellas que no tiene lugar entre nosotros y nosotras.
Que en este tiempo de Navidad podamos ver y sentir a este Dios presente que se hace humano para llenar con su luz las grietas humanas. Que en esta Navidad pueda renacer también nuestra propia humanidad y nuestra capacidad de amar. Que podamos redescubrir la luz y la presencia de Dios en cada uno de nosotros y nosotras, a fin de que seamos sus manos para acoger y construir con Él una sociedad, donde la paz, la compasión, la justicia, la alegría, y el amor, sean la base inclusiva de nuestra convivencia comunitaria.
Les deseo una Bendecida Navidad y un Feliz Año Nuevo.
Con cariño y gratitud,
Pastora Izani Bruch
Obispa IELCH
24 de diciembre de 2022
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