¡No más violencia contra la mujer porque Dios es vida!

Vida y misericordia me has concedido, y tu cuidado ha guardado mi espíritu. (Job 10:12)

¡Ayer nos vestimos de negro! Somos parte de una campaña sencilla, pero profunda. Así mostramos nuestro respeto hacia las mujeres que resisten a la violencia y declaramos que formamos parte del movimiento mundial que se opone a las actitudes y las prácticas que permiten las violaciones y la violencia contra la mujer.

Hoy, el 25 de noviembre, en todo el mundo y también en Chile conmemoramos Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, recordando a las mujeres y niñas que sufrieron y murieron a causa de la violencia, con el objetivo de aumentar la conciencia pública y motivar a los políticos y los líderes religiosos a tomar una posición contra la erradicación de cualquier tipo violencia.

En 1999, la Asamblea General de la ONU con la resolución No. 54/134 declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, llamando a los gobiernos, organizaciones internacionales y organizaciones no gubernamentales a organizar eventos y campañas para llamar la atención pública sobre el problema de la violencia contra la mujer. Activistas por los derechos de las mujeres han estado celebrando este día desde 1981, y esta fecha fue elegida como un homenaje a las hermanas Mirabel, quienes fueron asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por resistir al régimen del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana. El 25 de noviembre también marca el inicio de la Campaña Internacional de 16 Días contra la Violencia de Género, que finaliza el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos.

Según los datos estadísticos de la ONU, se estima que 736 millones de mujeres en el mundo, es decir una de cada tres,  han experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja (el 30% de las mujeres de 15 años o más). Estos datos no incluyen el acoso sexual y algunos estudios nacionales muestran que la proporción puede llegar al 70 por ciento de las mujeres. Desde el estallido del COVID-19, la violencia contra las mujeres y las niñas se ha intensificado en países de todo el mundo.

En Chile estamos hablando de un espantoso promedio de más de un feminicidio por semana. Son 56 mujeres que han muerto durante este año en manos de su agresor en nuestro país. Otro dato no menor es que al menos un tercio de las víctimas fatales han realizado denuncias previas o, en sus casos, existían antecedentes de haber sufrido violencia machista por parte de sus victimarios.

A menudo los hechos de violencia son callados, porque una mujer piensa más en los demás: en su esposo, hijos, olvidándose de sí misma y de su salud, sus sentimientos, metas en la vida. La violencia adopta varias formas: abuso físico; violencia sexual; abuso emocional; violencia económica;  violencia en contexto religioso y simbólico.

Si, debemos reconocer, que las religiones también han ejercido todo tipo de violencia contra las mujeres: física, psicológica, religiosa y simbólica. Nos hacemos preguntas: ¿Cómo fue que la predica de la palabra de Dios se tradujo en tortura y sufrimiento para esta adolescente? ¿Cuántas mujeres más sufren la violencia de sus cónyuges porque ellos son “la cabeza” de sus casas? ¿Cuántas murieron a manos del “amor de su vida” porque fueron invitadas por sus pastores a “perdonarlos como Dios nos perdona”?

Podríamos hacer un largo análisis crítico de la historia de la interpretación de los textos bíblicos del “Dios de la violencia”. Pero en lugar de eso, prefiererimos pensar en qué podemos aportar nosotras, como Pastoral de la Mujer de IELCH,  para cambiar esta mentalidad.

A continuación, dejo ideas que pueden ser orientativas y están adaptadas del Plan de acción de la Federación Luterana Mundial “Las iglesias dicen ‘No’ a la violencia contra la mujer. Plan de acción para las iglesias“:

  • Hacer de la iglesia un lugar segurodonde se garantice a las mujeres que sufren violencia y sus hijos e hijas un lugar de protección, respeto y empoderamiento para enfrentarla y tomar decisiones en libertad.
  • Tener protocolos de acción y acompañamiento para las mujeresque se acercan a las comunidades cristianas o que forman parte de ella buscando seguridad, apoyo y acompañamiento, liberando juicios y prejuicios y cuidando no re victimizar.
  • Conocer y tener contacto con las instituciones gubernamentales de ayuda a víctimas de violencia que puedan orientar nuestro accionar de manera rápida.
  • Incluir en los programas de formación y predicas temas relacionados con la violencia contras las mujeres como una realidad no querida por Dios.
  • Círculos bíblicos de lectura de pasajes conflictivos, marcándolos como violentos pueden ayudar a que muchas personas expresen e identifiquen en sus propias vidas la violencia que sufren y que tienen normalizada. No debemos tener miedo de leer e identificar los textos de terror que aparecen en la Biblia.

Dios sufre con las mujeres violentadas, por eso queremos ser parte de una Iglesia empática, que pueda sentir este dolor y ser un lugar de refugio, empoderamiento y salvación para todas las personas. Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente. Cada uno/a podemos aportar nuestro esfuerzo en prevención contra la violencia hacia las mujeres en Chile no siendo indiferente y uniéndonos a la campaña lanzada por el  Ministerio de la Mujer “Sí es mi problema”.

Sabemos que las cicatrices no tratadas se pudren. Es exactamente lo mismo con nuestras almas. Cuando se limpia una herida, siempre hay dolor, pero luego viene la curación y la libertad. Vivir en negación y ocultar constantemente la verdad nos roba la capacidad de vivir plenamente hoy y tiene consecuencias devastadoras, creando sentimientos de inquietud, ansiedad, ira, vergüenza, miedo, culpa. Las cicatrices no cicatrizadas en un área de la vida afectan a todas las demás áreas de la vida. Por lo tanto: «Abandonando la falsedad, hable la verdad cada uno a su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros». (Efesios 4:25). Además, «Todo lo expuesto a la luz se hace visible, porque todo lo visible a la luz es luz». (Efesios 5:13-14).

Y, si la que lees, eres una mujer que sufre violencia de cualquier forma: ¡Confía en dar un paso con Jesús! Confía en tu comunidad y busque ayuda, porque no debes atravesar sola por ese sufrimiento.

25 de noviembre de 2022,
Pastoral de la Mujer IELCH

 

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