Obispa Izani Bruch sube al púlpito en el 101 Aniversario de la Iglesia Metodista Pentecostal de Chile en San Bernardo

La Iglesia Metodista Pentecostal de Chile en San Bernardo invitó este domingo 16 de octubre a la obispa Izani Bruch, en su calidad de capellana de La Moneda, a subir al púlpito y compartir con ellos la palabra.

Se trató de una ocasión especial, ya que la congregación evangélica que preside el pastor Raimundo Leiva cumplió 101 años de existencia en la capital de la Provincia del Maipo.

La reflexión de la obispa Bruch comenzó con la lectura del Evangelio de Juan 8: 31 -38, que habla sobre la libertad y la esclavitud.

Seguidamente, recordó el pasaje de Gálatas 5: 1, donde Pablo afirma: “Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud”.

Bruch observó en este punto cómo el miedo se ha instalado en la sociedad, llegando incluso muchos y muchas a sentirse amenazados de perder su propia libertad. Las problemáticas que hoy desafían la convivencia, requieren por el contrario, de ser fieles a la misión de anunciar siempre la buena noticia del Evangelio.

Se trata de volver a esa predicación tantas veces dicha en calles y plazas: “Pues Dios amó tanto al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16). “Ese es nuestro mensaje, eso es lo que predicamos, un Evangelio de liberación y salvación, y no de condenación”, agregó.

En este sentido, recordó que la Reforma asoció la gratuidad de la salvación dada por Dios con la libertad de los creyentes para amar, porque han sido liberados del temor. “Jesús no solo proclama la verdad si no que la encarna, encarna la verdad de Dios en su ministerio, en su vida y en su cruz”, declaró.

Pequeño Cristo

La obispa valoró el aporte y el servicio que las iglesias evangélicas pentecostales realizan a la sociedad, y manifestó que han sido como un pequeño Cristo para muchas personas.

“Somos el rostro de Dios –también- cuando vamos a la cárcel y buscamos restaurar su dignidad como hijos de Dios”, y manifestó que “ojalá podamos también decir ‘ahora entiendo’ que el amor de Dios no hace acepción de personas” (Hechos 10: 34).

Bruch concluyó invitando a “ser ese abrazo, ese oído, ese cariño, esa amor que nuestro mundo tanto necesita”.

Mira la Prédica aquí

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