En esta entrevista conversamos con Emilia Martínez, sicóloga de la Pastoral del Migrante de la Iglesia Evangélica Luterana en Chile, quien nos da su mirada sobre el trabajo realizado en 2021. Sin duda, el año que termina fue complejo, y estuvo marcado tanto por el largo confinamiento del otoño-invierno, como por la ocurrencia de manifestaciones racistas en Iquique que dieron la vuelta al mundo.
El proyecto de la Pastoral se implementó principalmente en el segundo semestre, y se ha enfocado tanto en los niños, como en los padres migrantes que hacen parte de los jardines y del colegio que la iglesia luterana gestiona en Santiago. “Yo considero que ha sido un año súper difícil desde la mirada de la integración, porque hemos tenido que sortear varios obstáculos de la mirada chilena. Porque igual existe como un temor por parte de los migrantes en poder acercarse a las comunidades. Al principio estaban un poco temerosos en poder darnos cierta información o poder abrirnos un poco ese campo más privado”, señala Martínez.
En el caso de los adultos, el esfuerzo se ha concentrado en hacer un levantamiento de las necesidades. “Nos dimos cuenta de que no es solamente la precariedad, sino que existen otro tipo de necesidades, no tangibles, sino más bien de apoyo de ayuda, de asesoramiento. Muchos de ellos necesitan ayuda desde el aspecto emocional, otros desde la vía legal producto de la situación migratoria en la que se encuentran”, agrega.
La regularización y la falta de derechos
Precisamente, el status migratorio se ha transformado en un tema clave. Es la puerta que abre o que cierra el acceso a muchos derechos, y el proceso para lograr la regularización no está exento de arbitrariedad. “Una necesidad muy importante que pudimos pesquisar es el tema de la demora en lo que es el trámite migratorio, en la documentación, en el porcentaje de avance de la página web, porque en la página web hay un cumplimiento del trabajo por parte de la entidad gubernamental. Ese porcentaje todavía no sube o no avanza mucho, y ellos se frustran al ver que ya llevan mucho tiempo esperando la documentación o alguna respuesta”, explica.
“Como tenemos muchas personas migrantes sin su estado migratorio regular, eso hace que muchas personas de una manera muy fraudulenta, los sobreexploten. Y eso no sólo pasa en el ámbito laboral, porque tenemos varios casos de migrantes, que Gabriela (la abogada) los está asesorando en este minuto por el tema del arriendo. Por ejemplo, tenemos el caso de una chica que de repente le estaban cobrando 300 mil pesos, y de la noche a la mañana, de un mes para otro querían subirle a 500 mil pesos”, detalla la sicóloga.
“Tenemos casos de gente que si no tienen el carné de identidad, los chicos no se pueden controlar en sus ‘controles sanos’ en el consultorio. Tenemos niños que han podido estar dos años sin sus controles, y eso también es una parte de las vulneraciones de los derechos hacia los niños. Tenemos otros niños que por no tener su RUT no han podido ser matriculados en algún colegio, o que salen de 8° básico o necesitan entrar a otro colegio, tampoco han podido regularizar esa situación”, se lamenta.
Otro desafío que la Pastoral del Migrante ha debido resolver, es compatibilizar los tiempos del trabajo comunitario con las largas jornadas laborales en las que se desenvuelve la vida de las familias migrantes. En este sentido, se ha optado por implementar junto a las reuniones y talleres, otros canales no presenciales para entregar información y orientación.
La generosidad en la comunidad migrante
Un aspecto positivo que valora Martínez, es que en el marco del apoyo para la inserción laboral que ofrece la iglesia, ha sido posible la cooperación entre migrantes procedentes de distintas comunidades de origen. “Se dio la generosidad entre ellos mismos, independientemente de cuál fuera su nacionalidad, en que se entregaban datos de trabajo, o alguna mujer que hiciera algún oficio en particular, las demás trataban de apoyarla en como levantar redes sociales. Porque cada uno de ellos sabe lo que cuesta vivir acá, lo que les cuesta salir adelante”.
Esta diversidad de orígenes se refleja en el acompañamiento que La Pastoral del Migrante ha logrado realizar, integrando personas procedentes de las comunidades peruanas, venezolanas, colombianas, haitianas y cubanas que viven en el Chile actual. “Se logró un poco el objetivo. Ellos se sintieron súper acogidos por nosotros. Y bueno hasta el día de hoy ya saben que con nosotros tienen una muy buena red de apoyo, de hecho se comunican bastante con nosotros en todas las áreas, y yo podría decir que igual fue un segundo semestre súper bueno. Me quedo muy tranquila con lo que hemos podido hacer en este tiempo. Ha sido corto tiempo, pero hemos logrado levantar muchas necesidades que en realidad son muy importantes”, concluye Emilia Martínez.