«Jesús dijo: ¡Paz a ustedes! y sopló sobre ellos y les dijo; reciban el
Espíritu Santo». Juan 20:21b-22
En nuestras vidas tan agitadas, con grandes y graves preocupaciones, que se relacionan con las vidas familiares; el estado de salud propio o de las y los seres amados; situación laboral o desempleo; compromisos económicos; deudas; pensiones ínfimas… inmersos en estas tensiones, nos llega esta amorosa palabra y acción de Jesús, nuestro Señor, que sale a nuestro encuentro para rescatarnos de los grandes pesares, así como lo hizo con sus discípulas y discípulos de ayer.
Nos dice ¡Paz a ustedes!, lo que es un llamado a detenernos «en seco» y recibir aliento de esperanza y fortaleza en medio de tanto trajín. Con la cantidad de voces y exigencias diarias a nuestro alrededor, requerimos-necesitamos- escuchar a Cristo que con sabiduría y amor nos ofrece recibir el Espíritu Santo para con paz enfrentar los desafíos diarios que nos ahogan. Con esta paz de Cristo y el Espíritu de Dios con nosotras y nosotros ya no
estamos solas y solos para enfrentar el diario vivir, podemos detener nuestras carreras y hacer el espacio para ver a las y los que están a nuestro alrededor, en verdad escucharlos y entender sus propias limitaciones y ocupaciones. Qué bueno es Señor, hacer un alto en el camino, detenernos para compartir con las y los que amamos y despejarnos de tantas incertidumbres y ocupaciones. Por ello en este día podemos decir, gracias Señor que nos otorgas aliento de vida, tranquilidad, esperanza y confianza de que mañana
será diferente porque la paz, tu paz, está con nosotras y nosotros ahora y siempre. Amén
Pastora Gloria Rojas, Congregación el Buen samaritano