Reflexiones comunitarias para la vida diaria. 15 de abril de 2021

«Pero el Señor cuida siempre de quienes lo honran y confían en su amor». Salmos 33:18

Hace un tiempo atrás, no muy lejano, me encontraba caminando por el bosque, fue el invierno pasado, luego de una intensa lluvia, de aquellas que no veíamos desde que éramos niño/as. El intenso olor de las hojas caídas al pisarlas, el frío y puro viento en la cara, la textura del musgo mojado y los diversos y llamativos colores hicieron que mi ser, se estremeciera de emoción. Mayor aún fue mi inmenso asombro que luego de una caminata de una hora, había llegado a una hermosa cascada, resplandeciente y pura. Aquella cascada que no se veía desde hace mucho tiempo atrás, volvía a emprender su camino. Aquella fuente de vida estaba ahí, danzando frente a mí, y yo me sentí pequeña entre tanta majestuosidad. En ese momento, casi instintivamente, puse mis manos en el agua, limpia y cristalina, con toques de arcoíris gracias al brillo del sol. Ahí, entre la inmensa naturaleza que me abrazaba, di gracias a Dios, por tanto amor, por tanta perfección, por tanto cuidado, por tanta entrega. Di gracias a Dios por todos quienes estábamos allí, porque no estaba sola, éramos muchos quienes presenciamos la inmensidad de su amor…el Señor cuida siempre de quienes lo honran y confían en su amor…

Coral Romero, Congregación Belén

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