Reflexiones comunitarias para la vida diaria. 05 de marzo de 2021

“Ciertamente he visto cómo sufre mi pueblo que está en Egipto. Los he oído quejarse por culpa de sus capataces, y sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado, para salvarlos del poder de los egipcios; voy a sacarlos de ese país y los llevaré a una tierra grande y buena, donde la leche y la miel corren como el agua”.
Éxodo 3:7-8
En medio de una pandemia que toca a la población mundial- ad portas de la vacunación contra el COVID 19- absortos por el desastre provocado por el aluvión y lluvias torrenciales al comienzo de este año, que ha conmocionado la vida de muchas personas y sus familias, destruyendo casas, enseres y sembradío que habían sido trabajado con esfuerzo, empeño y esperanza para tiempos mejores.
Fenómenos naturales, que se repiten una y otra vez, se transforman en una desgracia para tantas y tantos, que en la búsqueda de un espacio propio de vivienda se asientan en lugares riesgosos.
Espacios muy poco protegidos; campamentos, tomas de terreno e incluso aquellos lugares certificados, pero sin una buena regulación, vieron en el mes de Enero irse con el agua el pasado y el futuro.
Si, el pueblo sufre, y se queja de la falta de acompañamiento para evitar o aminorar los daños que las inclemencias del tiempo, los flujos naturales, la falta de supervisión y la desidia de las y los responsables del bienestar de la población, hace lamentar ahora y siempre lo que vivenciamos.
Sin duda que el texto de hoy, llega a nuestras mentes, oídos y corazones como un bálsamo de esperanza y de reconocimiento de las desigualdades permanentes que vivimos en nuestro país y la confianza de que nuestro clamor llega al Señor.
Dios siempre está con nosotras y nosotros -a través de hermanos y hermanas-preocupándose, acompañando, ayudando, ésta es la realidad, esta es la confianza para el tiempo inmediato y para lo que deberemos enfrentar en los meses que vendrán de este año, que trae consigo grandes desafíos en un tiempo que sigue siendo incierto en salud, economía, derechos, seguridad, dignidad, respeto… pero que podemos transformarlo, solidarizando con quienes transitan, exigiendo sus derechos con esperanzas y certezas.
Gloria Rojas,
Pastora Congregación El Buen Samaritano

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