El agua viva brota de la tierra, creación de Dios. El Espíritu Santo así como dirige el camino de esa agua , también dirige nuestra vida hoy, como mujeres y hombres en la Iglesia y sociedad. La fuente es un símbolo que sugiere nueva vida, si pensamos en nuestro bautismo vamos a recordar que hemos sido bautizados/as para una nueva vida en Cristo y eso nos motiva al compromiso con Dios, con mi prójimo, con la creación y conmigo misma.
Queremos iniciar esta reflexión y dejarnos guiar por el espíritu vivificador como la fuente de agua que brota de la tierra y que viene a saciar nuestra sed de unidad con Dios y con nuestras hermanas y hermanos en la fe.
Este espíritu vivificador de Dios produce según Gálatas: Amor, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio.
Estos no son palabras vacías, mas bien marcan nuestra manera de vivir y de actuar, marcan nuestra identidad de hombres y mujeres que vivimos en relación de igualdad o desigualdad cotidianamente. Son palabras que sugieren reflexionar desde nuestras relaciones humanas los preceptos de Dios para con su creación.
La invitación es: reflexionar eso conceptos del espíritu, darles vida y sentido a partir de una relectura bajo el prisma de la luz y palabra de Dios deconstruyendo tales conceptos en perspectiva de igualdad de genero.
Estamos llamadas/os a leer la palabra de Dios, pero de manera que vivamos esa palabra. Que la disfrutemos como de una fuente de agua viva que sacia nuestra sed y que renueva todo aquello que nos es vida a los ojos de Dios.
En nuestras actitudes diarias hay muchas señales y gestos que no siempre reflejan la vida que Dios quiere al mundo. Dejémonos guiar por los frutos del espíritu, por un camino sano y sanador de relaciones humanas, por el cuál todos podemos acudir una y otra vez a la fuente viva y renovadora de nuestra fe y renovadora de nuestras relaciones con Dios y con el prójimo.
La pastoral de La Mujer de la IELCH quiere contribuir a partir de esas sencillas reflexiones a una Iglesia de iguales, donde hombres y mujeres vivan en crecimiento espiritual tomando conciencia de sus relaciones de poder y de sus relaciones dirigidas y manejadas por esta fuente de agua viva.
En estas reflexiones van a encontrarse con formas de cuidarse, de cuidar al otro, de cuidar el agua que Dios nos da diariamente para saciar nuestra sed y necesidades.
El equipo redactor agradece la posibilidad de para unidas preparar este material de estudio, de enseñanza y de crecimiento a la Iglesia y sociedad. Es nuestro deseo poner este material en sus manos con la finalidad de colaborar a las señales del reino de Dios en medio nuestro. Que Dios como fuente de agua viva llene sus vidas de paz, bondad, amor, humildad, alegría, fidelidad y paciencia.